Antes de que la familia Xiao pudiera recuperarse de su conmoción, el sonido de pasos interrumpió sus pensamientos.
Cuando todos recuperaron el sentido, Fu Chen ya había entrado en la casa bajo el liderazgo de la familia Yan.
Yan Zhihuan seguía arrodillada en el suelo en ese momento, y el teléfono de Xiao Jingan estaba siendo pasado de mano en mano. Así que naturalmente no tuvo oportunidad de ver las fotos de Fu Chen. Originalmente, tras escuchar la pregunta de Xiao Jingan, ella estaba un poco regodeándose.
Resulta que Song Fengwan tampoco es una buena persona en privado.
Desde el rabillo del ojo, vio a alguien entrar en la casa. Se volvió para mirar...
El hombre que se acercaba era muy alto y parecía una deidad con la luz brillando sobre él.
Todavía no se habían limpiado las tazas de té rotas y los pedazos de porcelana en el suelo. La mirada de Fu Chen barrió el suelo con calma, y sus ojos se encontraron brevemente con los de Yan Zhihuan. Luego pasó junto a ella ligeramente...
