—En ese caso, ¿aceptarías casarte conmigo si soy más gentil? —Aunque la voz de Yan Wangchuan era fría, él estaba muy serio. Era como si estuviera negociando un contrato en el mundo empresarial. Era decidido y dominante.
Qiao Aiyun no sabía cómo responderle. Extendió su mano para tirar de su cuello. —De repente recuerdo que aún tengo algo que hacer…
Sintió que los dos no estaban hablando de casarse en absoluto, sino más bien de un trato.
Justo cuando se levantaba, alguien tomó su muñeca y la atrajo de vuelta al sofá.
—Cambiaré en lo que tú digas. —Él sostuvo su mano firmemente, que estaba caliente y sudorosa.
—Está bien. —Al verlo nervioso e indefenso, Qiao Aiyun no pudo soportar decepcionarlo y asintió en silencio.
—Aiyun…
—Lo digo muy en serio. Piénsalo bien. —Su voz era baja y ronca.
—Si algo te desagrada…
—Cambiaré, ¿de acuerdo? —Claramente no sabía qué significaba ser gentil, por lo que solo podía bajar la voz y hablar de manera tentativa.
