—Si quiero que nunca puedas rehacer tu vida, no es difícil. —El tono de Qiao Aiyun era firme y sus ojos de fénix ardían con una luz fría. Ella inclinó ligeramente su cabeza para mirar a Song Jingren, sus ojos carentes de cualquier calidez.
En ese momento, en el salón de conferencias dentro del Hotel Huamao, la multitud y los reporteros de medios que habían venido a unirse al tumulto abrieron bien los ojos y se quedaron boquiabiertos.
Para ellos, la familia Song era una familia acaudalada en Yuncheng. Todos decían que las familias de los ricos eran muy desordenadas. Esta era la primera vez que veían a una pareja enfrentarse abiertamente.
Anteriormente, el disturbio en el banquete de filiación había involucrado a la familia Fu. Pero solo se había difundido en pequeña escala entre la alta sociedad, y el público en general sabía muy poco sobre ello.
Pero ahora, era diferente. Habían participado en todo el proceso de la pelea, y en este momento su sangre estaba hirviendo.
