—Ella tiene la razón, aun así fue acosada, ¿y no puede ni siquiera pedir una disculpa? ¿Quién es exactamente el que está siendo mezquino y rencoroso aquí?
Todos se volvieron para mirar al orador. El hombre parado en la puerta estaba en sus veintitantos. Tenía ojos de fénix y labios finos, y su mirada penetrante y ojos severos eran tan fríos y afilados como los de un halcón.
Tenía ambas manos en sus bolsillos. Los puños de su camisa blanca estaban vueltos con gemelos color turquesa, viéndose muy estiloso. Era alto, esbelto y pulcro. Y con su larga gabardina negra, desprendía un aura refinada y fresca pero al mismo tiempo de granuja.
Estaban vestidos bastante ligeros mientras el viento frío y despiadado entraba a raudales.
Song Fengwan vio a la persona que llegó y apretó los dientes. Saber que me vio pasar de ser terca y agresiva a débil y vulnerable, este sentimiento... es horrible.
Su mirada tenía una mezcla de vergüenza y obstinación.