Shi Qian recuperó gradualmente su respiración regular y ya no se sintió sofocada. Sin embargo, después de esta reacción al estrés, su fuerza parecía haberse drenado. Se apoyó débilmente en los brazos de Fu Sinian.
Fu Sinian besó su frente y acarició suavemente su cabello.
—Pronto estaremos en casa de Bai Jianshen.
Shi Qian sintió que ya no había necesidad de buscar al Dr. Bai, pero en ese momento no tenía fuerzas para hablar.
Se apoyó contra él en silencio. El corazón de Fu Sinian se derretía en un charco de agua suave. Tomó su mano y la llevó a sus labios, besando sus dedos uno por uno.
Cuando Bai Jianshen recibió la llamada de Jiang Feng, pensó que había una emergencia y salió corriendo sin ponerse los zapatos.
Cuando el automóvil se detuvo frente a él, a través de la ventana del carro, vio a Fu Sinian y Shi Qian abrazándose y besándose.
—¡Ejem! —los interrumpió con una tos ligera.
En el momento en que Fu Sinian levantó la vista, la ventana se bajó.
