El tono de Fu Sinian no contenía ningún reproche. En cambio, estaba lleno de dolor. De repente, tiró de sus pantalones y se agachó para frotar las rodillas de Shi Qian.
Shi Qian inmediatamente miró hacia ella y se encontró con la mirada de Fu Sinian.
Era la primera vez que lo miraba desde arriba.
Fu Sinian se subió los pantalones ligeros y se dio cuenta de que sus rodillas tenían un moretón. Su corazón se le retorcía aún más.
Su Ruoqing estaba parada no muy lejos y observaba esta escena.
Estaba temblando de ira.
¡Cómo podía Fu Sinian hacer esto!
¡Cómo podía agacharse frente a Shi Qian!
En ese momento, Fu Sinian era tan piadoso como un creyente frente a Shi Qian.
—¿Todavía te duele? —preguntó suavemente Fu Sinian después de frotarle unas cuantas veces.
—Ya no duele, Joven Maestro Fu. No tienes que seguir frotando —dijo Shi Qian mientras intentaba bajarse los pantalones.
Fu Sinian de repente ejerció un poco más de fuerza, y Shi Qian frunció el ceño de dolor.
