Chen Song no pudo soportar la atmósfera.
De repente, Jiang Feng entró con su teléfono.
Cuando Chen Song vio a Jiang Feng, se relajó de inmediato. ¡Su salvador había llegado!
Jiang Feng debió haber entrado corriendo por causa de la Señora. Ahora, en el corazón del Joven Maestro Fu, ¡el asunto de la Señora debía ser más importante!
¡Finalmente podrían respirar!
Fu Sinian echó un vistazo a Jiang Feng, aunque su expresión seguía siendo muy fría. Ya no estaba como un demonio viviente como antes.
Jiang Feng tenía tanta prisa por entrar que tenía que contarle sobre Shi Qian.
—¿Qué pasa? —preguntó Fu Sinian en voz baja.
—Joven Maestro Fu, mire. —Jiang Feng llevó el teléfono a Fu Sinian y abrió la foto que había enviado el guardaespaldas.
Shi Qian y Liu Yiming estaban uno al lado del otro. Frente a ellos había un hombre con camisa rosa y pantalón de traje negro. Llevaba un pase de trabajo colgado al cuello.
Este atuendo lo hacía parecer un agente.