Jin An sonrió y negó con la cabeza ante la voz del viejo maestro.
—Viejo Maestro, el Joven Maestro Fu finalmente se ha iluminado. ¡Deberías estar feliz! —dijo ella.
—Jin An, no es como si no lo supieras. Desde el principio, no ha querido volver a la antigua residencia. Claro que estoy preocupado. ¡También me secuestró a Qian Qian! —expresó el anciano.
—Viejo Maestro, no se preocupe. Si ese día realmente llega, solo tiene que decirle al Joven Maestro que quiere que ella se quede en la antigua residencia. La Joven Señora definitivamente se quedará en la antigua residencia contigo. En ese momento, incluso el Joven Maestro Fu escuchará a la Joven Señora. —aseguró Jin An.
El viejo maestro se alegró inmediatamente al oír eso.
—¡Así es, por qué no pensé en eso! ¡Solo necesito retener a Qian Qian! —exclamó con alivio y optimismo.
El viejo maestro finalmente se tranquilizó.
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