La expresión de Fu Sinian cambió ligeramente, pero rápidamente volvió a la normalidad.
—¿Me llamaste? La secretaria no me lo dijo —respondió con calma.
—No me extraña. Me preguntaba por qué nunca devolvías mis llamadas —Shi Qian no dudaba de él.
—Quizá la secretaria estaba muy ocupada como para decírmelo.
—Es posible —asintió Shi Qian.
Fu Sinian la miró a Shi Qian y se recostó en su silla. ¡Esta mujer era realmente inocente! ¡Creía todo lo que los demás decían!
—¿Llamas para contarme sobre Internet? —preguntó, sabiendo la respuesta.
—No, cuando te llamé, lo de Internet aún no había sucedido. Llamé para decirte...
—Me encargaré de que alguien se ocupe de Internet —interrumpió Fu Sinian, sin darle oportunidad de continuar.
El hilo de pensamientos de Shi Qian fue inmediatamente desviado por Fu Sinian.
—Joven Maestro Fu, ¡sé quién lo hizo en Internet!
—¿Quién?
