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—¡Sabes tanto! —replicó Fu Sinian.
—Gracias por tu elogio, Joven Maestro Fu. Solo estaba basándome en la intuición —Jiang Feng tenía una expresión reservada. Cuando vio la cara sombría y guapa en el espejo retrovisor, la sonrisa en su rostro se congeló.
—No uses tu lamentable coeficiente intelectual para adivinar mis pensamientos —dijo Fu Sinian con frialdad.
Jiang Feng se quedó sin palabras.
¡Esta frase no era muy dañina pero era extremadamente insultante!
…
Shi Qian encontró el número del Director Zheng y realizó una llamada.
—Hola, ¿quién es? —preguntó el Director Zheng por teléfono.
—Hola, Director Zheng. Soy Shi Qian. Lamento molestarle.
—¿Todavía estás en el hospital? ¿Cómo estás?
—Todavía estoy en el hospital porque hay algunas pruebas que aún no han salido. Mi familia estaba preocupada y no me dejaron salir del hospital.