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Shi Qian se dio cuenta de que con el consuelo de Su Ruoqing, Fu Sinian se calmó de inmediato.
Ella era en verdad la mujer que él amaba. Alguien que podía controlar sus emociones.
—Shi Qian, estás herida. ¿Por qué no te tomas el día libre hoy? —aconsejó Su Ruoqing a Shi Qian.
—No hay necesidad. Realmente estoy bien —Shi Qian negó con la cabeza.
No era tan pretenciosa.
Solo quería saber el resultado de la investigación de Fu Sinian.
¿Quién había instruido a esas personas fuera para hacer esto? ¡¿Quién había pensado en tal jugada para tratar con ella?!
Sin embargo, por la expresión de Fu Sinian, estaba claramente reacio a decir más.
Parecía que tendría que preguntarle cuando regresara a casa por la noche.
—Realmente lo siento. No comieron bien por mi culpa —dijo Shi Qian a los dos de forma apologetica.
Fu Sinian echó un vistazo a Shi Qian y de repente arrancó la silla de ruedas y salió de la habitación.
—¡Sinian! —Su Ruoqing rápidamente siguió.