Los dedos avergonzados de Shi Qian rasguñaron el suelo.
—Yo... podría haber estado borracha y entrar en la habitación equivocada. Lo siento por molestarle.
Fu Sinian se levantó lentamente.
Shi Qian rápidamente agarró la manta y lo cubrió.
¡Dios mío! ¡Si no hubiera actuado con suficiente rapidez, él habría quedado expuesto!
—Joven Maestro Fu, su manta. Yo... eh, volveré primero a mi habitación.
Fu Sinian de repente agarró su muñeca y ejerció un poco de fuerza. ¡Shi Qian fue lanzada sobre la cama!
Shi Qian estaba a punto de levantarse.
Su cuerpo se presionó contra el de ella con intensa presión.
—¿No recuerdas lo que pasó anoche, eh?
Shi Qian estaba aturdida. Sus nerviosas pestañas parpadeaban. —Yo... Realmente no puedo recordar.
—¿Quieres que te ayude a recordar? —preguntó de nuevo Fu Sinian.
¡No! El corazón de Shi Qian se negó.
Sin embargo, Fu Sinian no tenía intención de dejarla ir.