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Sun Feifei era ahora como un perro ahogándose. Todo el mundo quería pisotearla.
Era el tipo de persona que era aplastada hasta el infierno antes de que realmente comprendiera lo que era el cielo.
Después de una noche confusa, Sun Feifei se despertó lentamente al amanecer.
No se atrevía a mirar la situación en Internet. Solo quería escapar.
¡Sabía que toda la suciedad sobre ella había sido desenterrada!
¡No podría estar peor!
No, ¡estaba completamente muerta!
Anoche, antes de quedarse dormida, revisó su teléfono. Todo Internet la estaba maldiciendo.
Todos le decían que saliera de la industria del entretenimiento.
Aquellos escándalos ya no eran importantes. Lo más importante ahora era su deuda y la responsabilidad legal que tenía que asumir por difamar a Shi Qian.
¿La mataría Shi Qian?
De repente hubo un golpe en la puerta.
Sun Feifei se tensó inmediatamente. Se levantó y caminó hacia la puerta.