—¡El pecho de Fu Sinian estaba ardiendo!
—Ella, una mujer, había venido a su cama y dormía tan tranquilamente sin importarle si él estaba de acuerdo o no.
—¿Realmente pensaba que estaba lisiado y no podía hacerle nada?
—¿Todavía pensaba que él estaba a su merced como en la noche de su boda?
—¡Cuanto más lo pensaba Fu Sinian, más enfurecido se sentía!
Realmente quería echar a Shi Qian de la habitación.
—No podía dormir en absoluto con esta mujer aquí.
—No tenía por qué acomodarla y sacrificar su sueño.
—Fu Sinian levantó la mano, listo para sacudir y despertar a Shi Qian.
De repente, el pequeño rostro de Shi Qian se acercó más a su pecho. Su brazo levantado se congeló en el aire.
La mujer se acurrucó en sus brazos como una gatita insegura.
—Incluso dormida, tenía las manos apretadas en puños.
De repente, Fu Sinian sintió renuencia.
Sus manos cayeron lentamente, envolviendo suavemente su cuerpo.
—Al instante, algo pareció llenar su corazón.
