La mañana siguiente, Shi Qian fue despertada por el recordatorio de la videollamada.
Rápidamente contestó la videollamada.
—Qian Qian, ¿ya te despertaste?
—Mamá, ya estoy despierta. ¿Estás en el hospital?
—Sí. Anoche estuve ocupada hasta tarde, así que no quise molestarte. Ya hicieron todos los exámenes básicos. El médico dijo que tengo anemia severa y no pueden operarme de inmediato. Tengo que esperar.
—No hay prisa. La cirugía solo puede tener más éxito si te recuperas bien! —Shi Qian la consoló con una leve sonrisa.
—Sí, mamá está con un estado de ánimo especialmente bueno. No te preocupes más. Qian Qian, mira la sala en la que está mamá. ¡Es como un hotel. Son cien metros cuadrados! Le dije a tu suegra que podía quedarme en una sala normal. No estuvo de acuerdo.
—Mamá, cuando lleguemos a la capital, tienes que seguir los arreglos de mi suegra.