—Sinian, ya no quiero vivir. Cuando pienso en esa escena, yo… ¡Ugh! —Su Ruoqing abrazó el brazo de Fu Sinian y giró la cabeza para hacer arcadas.
Fu Sinian no dijo nada, dándole a Su Ruoqing algo de tiempo para calmarse.
De vez en cuando, la gente pasaba por el garaje y miraba en su dirección.
—Sube al coche primero. Te llevaré de vuelta.
—De acuerdo. —Su Ruoqing asintió como un gatito lastimoso y abrazó el brazo de Fu Sinian con fuerza.
Fu Sinian abrió la puerta del coche y dejó que Su Ruoqing se sentase en la parte de atrás.
—No, quiero sentarme adelante. No quiero estar sola. —Su Ruoqing negó con la cabeza inmediatamente en resistencia.
Fu Sinian cerró la puerta del coche y abrió la puerta del pasajero.
Solo entonces Su Ruoqing entró en el coche.
En cuanto Fu Sinian se sentó, antes de que pudiera abrocharse el cinturón de seguridad, Su Ruoqing volvió a abrazar su brazo.
—Asegúrate bien. No es seguro conducir así —Fu Sinian le recordó fríamente.