—Tú —contestó Fu Sinian de forma concisa y enérgica.
Los labios de Shi Qian temblaron, como si de repente hubiera perdido su voz.
Ella ignoró a Fu Sinian y miró hacia abajo, a la comida en su cuenco.
—No te pedí que tomaras libre mañana para quedarte conmigo. Llámame después de que termines la clase. Te recogeré y te llevaré de vuelta a la antigua residencia de la familia Fu.
Solo entonces Shi Qian levantó la mirada. —¿Para ver al abuelo?
—Sí —Fu Sinian asintió.
Shi Qian inmediatamente suspiró aliviada. Si él hubiera dicho que iban a ver a su abuelo, ella habría hecho tiempo.
—¿No estás dispuesta a acompañarme pero sí te emociona acompañar al abuelo? —Fu Sinian admitió que estaba celoso.
Shi Qian dejó sus palillos. —Ya terminé de comer.
Fu Sinian de repente agarró su muñeca y rodeó su cintura con su otra mano, llevándola fácilmente a sus brazos.
—Yo aún no he terminado de comer. No te vayas.
—¿Cómo puedes comer conmigo en tus brazos?
—Aliméntame.