—Está bien, deja de llorar —Joshua Thompson sacó dos pañuelos de la mesa junto a él, secándole casualmente la cara. Mientras la secaba, de repente se echó a reír.
—¿Qué te pasa? —Confundida por sus acciones, Riley Wallace sacó un espejo de su pequeño bolso para mirarse la cara.
No se había dado cuenta de que su maquillaje se había corrido por toda la cara, haciéndola parecer un fantasma.
—Riley Wallace, deberías recuperar algo de peso. Te ves terrible estando tan delgada —bromeó Joshua, mirándola de reojo.
—Tú... —él realmente la reconoció.
—Bien, lo entiendo. Volveré a ganar el peso. No vale la pena estar así por él.
Una vez reconocida, Riley se sintió mejor.
¿Qué importa si su confesión fue un fracaso? No era para tanto.
Algunos asuntos, cuando están ocultos, se convierten en una carga en el corazón. Una vez descubiertos, ese nudo en tu corazón se afloja.
—Recupera el peso y sé tú misma —insinuó Joshua en sus palabras.
Riley tomó una respiración profunda, sonriendo:
