Después de escuchar el último deseo de Xavier, pensó que Michael cambiaría.
—¿Por qué ayudar? —Michael asintió levemente, sus ojos profundos y abismales, su tono relajado—. No quiero alejarme más de ti.
Estaba vestido con un largo abrigo negro, oculto en la tenue luz. Solo cuando sus profundos ojos negros la miraban, removían suaves olas.
Su suave y dulce voz era como una larga y delgada pluma, haciendo que su corazón se saltara un latido y luego empezara a latir salvajemente.
Molly entrecerró los ojos y rápidamente giró su rostro, murmurando suavemente —Ni siquiera podrías ayudar aunque quisieras.
—Ella ha hecho tantas cosas terribles, y ahora hay pruebas indiscutibles contra ella. La ley la castigará severamente, y nadie puede salvarla.
Si Isabelle aún pudiera ser salvada después de todo esto, ¿qué clase de justicia podría tener este mundo?
Pero si ella podía ser salvada o no era una cuestión, y si Michael la ayudaría era otra.