A diferencia de la figura de Han Xianyu, que había sido sometida a un estricto régimen de ejercicio, cada contorno del cuerpo de ese hombre tenía una fuerza explosiva y rebeldía—era tan perfecto como una obra de arte, especialmente desde que ella notó algunos remanentes de lujuria por él que todavía persistían en su interior. Pero los ojos del hombre eran tan fríos como el hielo que nunca se derrite…
Maldición... ¿realmente estoy borracha?
Había tantas personas atractivas aquí, sin embargo, ella estaba fantaseando con el cuerpo desnudo de Si Yehan y esa vez que se forzó sobre ella como si quisiera devorar todo su ser…
—¡Para para para! ¡PARA! —Ye Wanwan sacudió su cabeza con fuerza para deshacerse de esas imágenes provocativas en su mente.
Por otro lado, Han Xianyu regresó después de nadar unas vueltas y caminó hacia ella con gotas de agua escurriendo de su cuerpo. Ye Wanwan le pasó la toalla que estaba en el asiento junto a ella.
