Las nubes oscuras rodaron y los relámpagos desgarraron el cielo seguidos por el rugido del trueno. Una tormenta torrencial había llegado.
Esa noche, Si Yehan tenía una fiebre alta.
Inicialmente era solo un ligero resfriado, pero de repente se convirtió en una fiebre alta, haciendo que todos los sirvientes del jardín Jin estuvieran terriblemente ocupados y todos los doctores privados estuvieran en espera, temerosos de que algo le ocurriera al amo.
El cuerpo de Si Yehan era como un pedazo de vidrio frágil; cualquier pequeña enfermedad podría encender un fuego inextinguible.
En la grande cama gris claro del dormitorio, la respiración de Si Yehan era rápida y su rostro estaba sonrojado.
Ye Wanwan seguía escurriendo una toalla helada para bajarle la temperatura y le limpiaba el cuerpo con alcohol.
En el momento en que ella retraía su brazo para poner la toalla, él de repente alcanzó y agarró su muñeca.
