Wang Wentao era como un vampiro. Dependía de Qiao Xi para mantenerse, y aún pisoteaba su autoestima para elevar su propio estatus. Luego, podía disfrutar con facilidad del sacrificio de Qiao Xi. ¡Cómo podría ser tan desvergonzado!
—Deja de pegarme, deja de pegarme. Sé que estuve mal —Wang Wentao rodó por el suelo y suplicó con las manos en la cabeza—. Deja de pegarme. Qiao Xi, por favor, sálvame. Por todos estos años que hemos estado juntos, por favor, sálvame.
El rostro de Shen Hanxing estaba frío, y sus claros ojos ardían de ira. Era como si solo se sintiera satisfecha si golpeaba a Wang Wentao hasta la muerte.
Wang Wentao tenía verdadero miedo ahora. Lloraba hasta que su nariz estaba llena de mucosidad y dijo desesperadamente:
—Sé que estuve mal. Fue el Hermano Zhao, fue el Hermano Zhao quien me dio una gran suma de dinero. Realmente fui cegado por el dinero. Lo lamento. Fue él quien me embrujó. Simplemente no pude resistir la tentación...
