—Yo... Yo no quería decir eso. Temía que tuvieras frío... —El té con leche que acababa de entregar estaba hirviendo. Salpicó en la pierna de Yang Xue, haciéndole sentir un dolor penetrante en los dedos del pie. Sin embargo, Yang Xue no se atrevió a gritar de dolor. Las lágrimas rodaron en sus ojos—. Lo siento. Yo, no cometeré el mismo error la próxima vez.