Los ojos de Hazel estaban obsesionados, y su voz sonaba un poco pervertida —Jeje... Hermano, ¿por qué no bajas y me acompañas? Así, nadie podrá arrebatarme a Hermano...
Chris miró a Amelia en busca de ayuda, insinuando con los ojos desesperadamente —¿Mia, estás segura de que no quieres hacer algo? ¡Sálvalo! ¡Sálvalo rápido!
Amelia estaba agachada en el suelo. Abrió su mochila de mascotas y liberó al loro, Siete, y al Abuelo Tortuga.
El Loro Siete sacudió sus plumas e imitó las palabras del fantasma femenino. Graznó:
—Hermano, baja y acompáñame. Hermano, Hermano, me gustas tanto...
Chris se quedó sin palabras. No pudo evitar fulminar con la mirada a este loro de brillo verde. ¡Nunca había visto un loro tan ruidoso!
Amelia lo consoló —Tío Cuarto, no tengas miedo. Mia es superpoderosa. ¡Puedo proteger al Tío Cuarto!