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La llamada se conectó poco después y ella pegó el teléfono a su oído. Después de que la otra parte contestara, ella sonrió ligeramente y su voz clara sonó. Hablaba en francés fluido.
—Buenos días, Carlos.
Después de unos segundos de corto silencio, la persona alzó la voz incontrolablemente.
—¡Oh Dios mío, oh Dios mío! Cariño, ¿eres tú, verdad? —exclamó.
Shen Fanxing sonrió y contestó, —¿Cómo has estado recientemente?
—Oh Dios mío, es terrible. La competencia de creación de aromas está a punto de empezar y me estoy volviendo loco con el trabajo. Por cierto, cariño, tú vas a participar en la competencia, ¿verdad? —preguntó.
—Sí, participaré.
—¡Eso es! ¡El campeonato que estoy determinado a ganar está fuera de mi alcance! —se lamentó.
Shen Fanxing respondió con casualidad, —No digas eso, pero nuestros competidores siempre son demasiado buenos. No podemos darnos el lujo de bajar la guardia. ¡Carlos, tienes que esforzarte!