Yu Song, que estaba reflexionando en silencio al lado, no pudo evitar sonreír.
De hecho, al maestro no se le podía culpar.
Eso era porque, el Maestro había cambiado de verdad.
—¡Has cambiado, amigo! —Se había convertido en alguien desconocido para él.
¿Quién iba a pensar que el hombre que podía hacer huir a un montón de gente con una sola mirada en la sala de conferencias se convertiría en alguien tan gentil por teléfono?
¿Gentil?
Con su frialdad innata, ¿cómo era capaz de tanta gentileza?
De hecho, cuanto más se vive, más se ve.
¿Qué hay de las mujeres que estaban enamoradas del Maestro? ¿Cómo podían vivir con este hecho?
Al escuchar su voz, Shen Fanxing no detectó ningún cambio.
—Sí, sé —Se quitó la cobija y se puso las pantuflas. Cruzó los brazos mientras observaba el paisaje frente a las ventanas. Su mirada se posó en el edificio más llamativo, el más alto de toda la ciudad.
