—¡Jaja! Ella no es agua. Es la querida hija de la familia Shen...
—¡Sí, sí, claro! No te preocupes, ¡cuidaremos bien de este tesoro!
—Papá, Tía, ambos... Ya basta...
Shen Qianrou se sonrojó por sus bromas antes de lanzarse a los brazos de Su Heng.
—¡Vale, vale! Hacéis ruido dondequiera que vayáis. ¡Sentémonos primero!
Aunque Jiang Rongrong sonaba severa, su tono estaba lleno de afecto.
Shen Fanxing se sentó allí en silencio, mientras las risas y las charlas la rodeaban en la habitación. Se sentía como si fuera una extraña.
Había demasiadas veces en las que tuvo el impulso de levantarse e irse.
Pero también sabía que eso sería demasiado grosero.
Y solo mostraría cuánto les importaba a ellos...
Lo que podía hacer era sentarse allí tranquilamente y observar cómo interactuaba la felíz familia...
Al llegar a la mesa del comedor, sus rostros cambiaron drásticamente.
—¡Hermana, tú también estás aquí! —exclamó Shen Qianrou con una mezcla de sorpresa e incomodidad.