—¿Qué había hecho Qiao Nian para merecer tanta suerte?
—¿Por qué Gu Zhou y Lu Zhu no le pertenecían?
—Qiao Xin apretó los puños con fuerza, su corazón listo para saltar de su boca.
—Esto no serviría. ¡Tenía que exponer a Qiao Nian!
—En este momento, el corazón de Qiao Nian estaba colmado de emociones, pero su expresión era muy tranquila. Miraba a Lu Zhu sin parpadear, pensando en lo ocurrido hace cinco años. Por alguna razón, sentía que este hombre no parecía ser el dueño del colgante.
—Segunda Señora Gu—Lu Zhu sonrió a Qiao Nian—. Su voz era calmada como la brisa primaveral.
—Gu Zhou asintió—. ¡Solo por ahora!
—Lu Zhu se quedó levemente sorprendido, pero la sonrisa en su rostro no flaqueó. Miró a Gu Zhou de manera significativa.
—Qiao Nian miró a Lu Zhu. Cuanto más lo miraba, más familiar le parecía. Tras dudar un momento, preguntó —¿Hemos... nos hemos encontrado antes?