Las mejillas de Fang Yuan ardieron, y su cuerpo sintió una sensación cálida. Una emoción desconocida recorrió su corazón. ¿Sería porque estaba conmovida? Si no, ¿por qué le latía tan rápido el corazón?
—Quiero estar contigo todos los días —susurró Bo Yi, abrazándola cerca como a un gatito, frotando su rostro contra el de Fang Yuan.
Fang Yuan no resistió el gesto íntimo; no lo apartó. Después de un momento dijo con calma:
—Es hora de irnos.
Al dejar a Fang Yuan en la entrada de la empresa, Bo Yi aun parecía reticente a separarse. Bajó su cabeza y le habló a la chica en sus brazos:
—Te traeré algo de té por la tarde. ¿Hay algo específico que te gustaría comer?
Fang Yuan levantó una ceja. —¿De verdad no estás ocupado?
Bo Yi respondió:
—Tengo algo de tiempo libre.