Los guardaespaldas se lanzaron de uno en uno, pero Fang Yuan evitó sus ataques sin esfuerzo y aprovechó los momentos para patearlos y lanzarlos varios metros lejos. A lo largo de la escaramuza, su compostura permaneció inalterable.
Gu Qingqing observó cómo sus guardaespaldas caían, uno tras otro, ninguno quedaba en pie. Se agarraban los estómagos y cabezas adoloridos, retorciéndose en el suelo, sus gritos llenando el aire.
Incrédula, volvió su mirada hacia Fang Yuan. —¡Son un montón de inútiles! Ni siquiera pueden con una joven chica. ¡Levántense ya!
Pero los guardaespaldas estaban en tal agonía que levantarse estaba más allá de sus capacidades.
Gu Qingqing observó cómo Fang Yuan avanzaba firmemente hacia ella, provocando en su interior un miedo que instintivamente la hizo retroceder.
—Les advierto, soy la Señorita Mayor de la familia Gu…
Fang Yuan alzó una ceja. —¿No es Gu Panpan la Señorita Mayor de la familia Gu? ¿Quién te crees que eres?
Gu Qingqing replicó: