Escuchando al Viejo Maestro Cheng, el Mayordomo Cheng se quedó sin palabras.
Salió del coche en silencio y abrió la puerta.
Al Viejo Maestro Cheng no le importaba la respuesta del Mayordomo Cheng y continuaba sumido en sus pensamientos.
Saliendo primero del coche, Cheng Juan se quedó de pie esperando junto a la puerta, sosteniendo su teléfono y luciendo perezoso.
Parecía haber leído algo interesante en su teléfono, pues sus labios se curvaron en una leve sonrisa, y sus ojos se volvieron más vivaces.
Después de salir del coche, el Viejo Maestro Cheng se demoraba con las manos detrás de la espalda, inspeccionando su entorno. —Entra primero y no me esperes. Quiero mirar a mi alrededor.
—Vale —Cheng Juan asintió, luego se giró para mirar muy complaciente al Mayordomo Cheng—. Quédate con él.
El Mayordomo Cheng asintió.
Una vez que Cheng Juan se fue, el Viejo Maestro Cheng miró al mayordomo y extendió la mano para ajustar su cuello lentamente.