Sin hablar, tomó un bolígrafo con su mano derecha y escribió una línea en el cuaderno.
Meng Xinran miró hacia abajo rígidamente, mirando en shock sus palabras.
Después de estar en la Primera Escuela Media durante tanto tiempo, había escuchado muchas cosas sobre Qin Ran.
Por ejemplo, los rumores de que era zurda y que su caligrafía no era muy bonita...
Pero ahora...
Miró las palabras en el papel: los trazos eran firmes y la postura de la caligrafía era sin restricciones. No se parecía en nada a lo que había escuchado en los rumores.
Se levantó abruptamente de su silla, todo su cuerpo rígido y su sangre helada.
Qin Ran la miró y lanzó el bolígrafo sobre la mesa. Levantó la cabeza y sonrió alegremente:
—Lo siento, pero no soy zurda.
Esta frase fue como un trueno retumbando en la mente de Meng Xinran. Miró a Qin Ran, con los ojos oscurecidos y su cuerpo casi colapsando de la impresión.