El contrato estipulaba que a cambio del cuadro, se pagarían cien millones de yuanes a Wang Lan. Sin embargo, si Wang Lan no lograba producir el cuadro en dos días, sería responsable de pagar una multa cinco veces esa cantidad, lo que ascendía a quinientos millones de yuanes.
Song Ling leyó el contrato varias veces, aumentando su enfado con cada lectura. Había concluido que el contrato no tenía ningún fallo; ¡era tan legítimo que no podía serlo más!
Le pidió a Zhao Xuan que le trajera su ordenador, luego preguntó a Wang Lan por teléfono:
—¿Dónde firmaste el contrato con la persona con la que hiciste el intercambio?
Wang Lan estaba tan nerviosa que apenas se atrevía a respirar. Ante la pregunta de Song Ling, respondió rápidamente:
—¡En el Café Shanlin!