Meng Zhi, llevando una sonrisa que alcanzaba a Gu Dai a través del teléfono, dijo con tono cariñoso —Daidai, tengo una sorpresa para ti. Cuando llegue, mira a ver si es de tu agrado. Si no, Tercer Hermano encontrará algo más solo para ti.
Los labios de Gu Dai se curvaron en una sonrisa mientras la felicidad inundaba su corazón. Sin embargo, su voz transmitía una suave protesta —Tercer Hermano, realmente no necesito nada. No deberías haber pasado por la molestia.
Meng Zhi exclamó, emocionándose —¡Pero insisto! Solo tengo una hermana. Si no es para ti, ¿para quién compraría regalos?
Deseaba poder colmarla de regalos para compensar los tres años perdidos.
Por un momento, los recuerdos giraron en la mente de Gu Dai, transportándola de vuelta a los días felices antes del incidente del crucero.
Creciendo, aparte de sus padres, su tío materno era quien más la mimaba.