—Song Ling no tenía intención de cambiar de tema. Con voz grave, declaró:
—Niu Shan es quien ha dañado a Song Yu.
—Jiang Yue llevó la mano a sus ojos incrédula, con la boca abierta:
—Las pocas veces que interactué con Niu Shan, pensé que era un caballero. ¡Nunca imaginé que fuese tal persona tras bambalinas!
—Su mirada se encontró brevemente con la expresión inmutable de Song Ling, luego se volvió hacia Niu Shan, con ira en su voz:
—Yuyu es mi amiga más cercana, y te atreviste a dañarla. Hermano Song Ling, alguien como Niu Shan no debería existir en este mundo. Mátalo, no le diré a nadie.
—Niu Shan, atónito por el llamado de Jiang Yue a su muerte, soportó su dolor y replicó furioso:
—¡Fuiste tú quien me instruyó a hacerlo, y ahora me echas toda la culpa, perra!
—Las pupilas de Jiang Yue se contrajeron, los puños cerrados detrás de su espalda.
—La cara de Song Ling se oscureció, su voz tan afilada como una cuchilla de hielo:
—¿Tú lo instruiste?