Fu Nan miró hacia Gu Dai y preguntó:
—¿Me firmarás?
Gu Dai sintió que Fu Nan había hecho una pregunta bastante ingenua, pero aún así asintió, respondiendo pacientemente:
—Por supuesto.
Fu Nan bajó la mirada, diciendo resignadamente:
—Estoy dispuesto.
Apresurando los labios, Fu Nan tomó una respiración profunda y comenzó a desabotonar su camisa uno por uno, revelando una gran extensión de piel.
Gu Dai, observando las acciones de Fu Nan, quedó momentáneamente atónita. Pero al verlo continuar desvistiéndose, volvió en sí rápidamente e intervino:
—¿Qué estás haciendo? ¡Detente, ponte la ropa de nuevo!
Fu Nan detuvo sus acciones, mirando a Gu Dai con desconcierto, y preguntó confundido:
—¿No estás interesada en mí? Estoy haciendo lo que debería hacer.
Con los lóbulos de las orejas enrojecidos, la rojez se extendió lentamente por sus mejillas. Después de unos segundos, habló suavemente:
—Aunque no tengo experiencia, ten la seguridad de que me esforzaré por atenderte bien.
