—¡Segundo Hermano! —exclamó emocionada Gu Dai, al reconocer al hombre enmascarado frente a ella.
—Daidai —los ojos de Meng Chuan se arrugaron de afecto al mirar a Gu Dai, hablándole suavemente.
Meng Chuan y Gu Dai intercambiaron una mirada, compartiendo un entendimiento implícito de que había muchas cosas de las que hablar. Sin embargo, ambos sabían que asuntos más apremiantes requerían su atención.
Pelo Amarillo, sujetándose el brazo herido y sangrando profusamente, miró ferozmente a Gu Dai y Meng Chuan.
Él había subestimado a Gu Dai, pensando que era simplemente una heredera delicada, solo para encontrarse completamente superado.
Ahora, con otro hombre formidable presente, se sentía aún más desvalido.
La mirada de Meng Chuan era helada mientras inmovilizaba a Pelo Amarillo, tratándolo como si ya fuera un cadáver, evitando cualquier ataque sorpresa adicional.
—¿Quién te envió? —preguntó fríamente Gu Dai.