Alto y de piernas largas, Su Ting salió sin emoción alguna. Vestido con un traje con los dos primeros botones desabrochados, parecía lejos de la imagen de buen comportamiento que Gu Dai recordaba. Ahora, había un toque añadido de rebeldía.
La distancia y la rebeldía parecían contradictorios, pero se fusionaban a la perfección en Su Ting.
Al verlo, muchas mujeres en la audiencia no pudieron evitar suspirar de admiración.
Gu Dai observaba a Su Ting con orgullo hinchándose en su corazón. El que una vez fue un joven ahora estaba de pie en un escenario tan grandioso, ganándose el afecto de tantos. Sentía una profunda gratificación.
Al escuchar el alboroto, el estado de ánimo de Song Ling se oscureció aún más, especialmente al ver la mirada atenta de Gu Dai en Su Ting y la sonrisa que jugaba en sus labios. Sus puños se cerraron en sus muslos.
—¿Están ciegas estas mujeres? ¡Su Ting no es más que un chico bonito! ¿Qué tiene de bueno? —pensó Song Ling.