En ese momento, Gu Zhi sintió que Gu Dai no era más que una mujer maquinadora.
En su mente, Gu Dai debía saber que ella asistiría a este banquete y deliberadamente se vistió para eclipsarla, robándole el protagonismo.
El grupo de chicas que había estado halagándola antes ahora estaban hipnotizadas por Gu Dai, tanto que ni siquiera notaron la cara de Gu Zhi, que se había vuelto agria.
—¡Es realmente hermosa, verdad? —no pudieron evitar exclamar.
Sintiéndose menospreciada porque las chicas que acababan de bañarla en elogios ahora estaban cautivadas por Gu Dai, la cara de Gu Zhi se volvió casi negra de ira. Resoplando, dio un golpe con el pie y se dio la vuelta para irse.
En su mente, la belleza de Gu Dai no era nada más que el resultado de diversos productos de cuidado de la piel. Si su papá Gu Ming le proporcionara las mismas condiciones, ¡ella creía que sin duda sería diez mil veces más hermosa que Gu Dai!