Las palabras de Gu Dai hicieron que Su Ting soltara un suspiro de alivio —Me alegro de que no estés enojada conmigo por tomar cartas en el asunto. Cuando vi lo desagradables que eran, decidí actuar. Pero después de que todo estuviera listo, temía que te enojaras.
Gu Dai lo miró seriamente —No te preocupes, no estoy enojada en absoluto. Ahora, dime qué regalo quieres para poder ir a comprarlo.
Su Ting pensó por un momento —Hermana, recientemente compré un traje pero me falta una corbata a juego.
Gu Dai asintió —De acuerdo.
Gu Dai iba a conducir, pero Su Ting la detuvo —Déjame conducir, Hermana. Has estado trabajando duro últimamente; aprovecha esta oportunidad para descansar.
Sin insistir más, Gu Dai aceptó —Está bien.
Con una mano en el volante, Su Ting condujo.
Gu Dai se había estado familiarizando con las nuevas tiendas de la ciudad, así que no tardaron en encontrar una tienda famosa por su selección de corbatas.