Cuando Song Ling estaba envuelto en irritación, su teléfono vibró. Al ver que era una llamada de Wang Lan, dudó un momento antes de contestar, con el ceño ya fruncido.
—¿Qué pasa? —preguntó Song Ling.
La voz de Wang Lan se ahogó de emoción:
—Hijo, tu abuelo nos ha echado de la casa por culpa de esa chica malvada, Gu Dai. La propiedad está a su nombre, y no sabemos qué hacer esta noche.
El término despectivo de Wang Lan para Gu Dai hizo que el ceño de Song Ling se profundizara. Habló con frialdad:
—Después te enviaré una dirección. Ve y quédate allí.
Wang Lan aceptó rápidamente:
—Bien, hijo. Gracias a Dios por ti; de lo contrario, estaríamos completamente perdidos.
En el otro extremo, Song Yu, al oír la voz de Song Ling, intervino con urgencia:
—Hermano mayor, soy la verdadera nieta. ¿Por qué el abuelo favorece a Gu Dai?
Frente a las preguntas de Wang Lan y Song Yu, Song Ling no quería responder. Solo quería terminar la llamada.