Zou Bai no tenía paciencia para negociar con Si Cheng. Además, la otra parte no tenía armas letales. Los niños solo estaban atados. A menos que hubiera una bomba debajo de sus traseros, era una situación fácil para rescatarlos.
Zou Bai no creía que hubiera bombas. Los métodos de secuestro de Si Cheng eran muy rudimentarios. Era obvio que no había preparado nada con antelación.
Por lo tanto, pidió directamente a los guardias secretos que se acercaran sigilosamente. Mientras pudieran alcanzar a los niños, no necesitaban hablar tonterías con Si Cheng. Podrían simplemente matarlo.
Aunque Zou Bai no quería matar a nadie frente a Jiang An, lo que Si Cheng había hecho había cruzado su límite, así que tenía que morir.
En tan corto período de tiempo, ya había pensado en varias maneras de matarlo. Incluso consideró cómo deshacerse del cadáver, si debería arrojarlo al mar para alimentar a los peces o usarlo como fertilizante.
