—Parece que no soy una buena madre. Ni siquiera conozco a mis hijos —dijo Jiang An con la mirada baja.
Siempre había pensado que estaba ocupada con el trabajo y que a veces descuidaba a los hijos. Con el tiempo, esta culpa aumentó. Las palabras de Mo Shen de ahora mismo habían evocado completamente su tristeza.
—No, nunca has sido una mala madre. Antes de ser madre, eras una persona independiente. No hay razón para que abandones tu trabajo después de ser madre. ¿Crees que las mujeres deberían perderse a sí mismas después de casarse y tener hijos? —dijo Mo Shen.
Jiang An miró a Mo Shen. —Lo sé. Claro, soy un individuo independiente, pero realmente no quiero que los niños piensen que Mamá no se preocupa en absoluto por ellos.
—Los niños son los más sensibles. Claro, pueden sentir tu amor. Eso es suficiente para ellos. ¿Vas a renunciar a todo lo que tienes y no hacer nada más que acompañarlos todo el día? —preguntó Mo Shen.