Jiang An se frotó rápidamente la cintura y no pudo evitar maldecir a Zou Bai, quien la había torturado hasta la muerte la noche anterior.
Extendió la mano para tomar su teléfono y miró la hora. Las palabras "11 en punto" aparecieron. Los ojos de Jiang An se abrieron de par en par.
—¡Dios mío! —exclamó Jiang An y se levantó rápidamente de la cama.
Justo cuando se estaba lavando, Zou Bai entró en la habitación.
Al oír el sonido del agua fluyendo en el baño, Zou Bai se acercó. —Pensé que aún no estabas despierta. Estoy preparándome para volver a Ciudad Jingdu.
Jiang An estaba enjuagándose la boca cuando preguntó subconscientemente:
—¿Tan pronto? ¿No vas a comer algo antes de irte?
Una sonrisa cruzó por los ojos de Zou Bai mientras preguntaba:
—¿Quieres que me quede a comer antes de irme?
No era fácil encontrarse en una relación a larga distancia. Jiang An todavía quería que Zou Bai se quedara un poco más y alimentara su relación con sus hijos.
