Apoyando su espalda en la silla de ruedas, los oscuros ojos de Qin Lu eran profundos mientras extendía su mano a Nan Yan —Yanyan, ven aquí.
Nan Yan extendió su mano naturalmente y se acercó a él.
Qin Lu observó a la chica que estaba de pie frente a él, y sus ojos revelaron una capa de oscuridad, mezclada con contención —¿Estás herida?
—No —Nan Yan se ruborizó bajo su mirada y lamió torpemente sus labios—. Hermano mayor, déjame empujarte de vuelta primero.
—De acuerdo.
Qin Lu soltó su mano. Mientras Nan Yan lo empujaba desde atrás y colocaba sus manos en los manubrios de la silla de ruedas, la mano de Qin Lu cubrió naturalmente el dorso de las suyas.
Nan Yan bajó la mirada, observando sus manos entrelazadas, y su corazón se agitó ligeramente.
Parecía que después del incidente en Eireng, su relación se había vuelto más evidente, a pesar de que no habían confesado abiertamente sus sentimientos.
Pero las emociones son difíciles de ocultar...