—Parece que no te darás cuenta de la gravedad de la situación hasta que sea demasiado tarde.
Nan Yan la miraba, completamente impertérrita y negándose a admitir su engaño incluso después de ser descubierta. Dejó escapar un bufido desdeñoso, luego sacó su teléfono y marcó una videollamada.
Sun Chan estaba en el Jardín de las Cien Hierbas, cuidando las hierbas medicinales. Cuando escuchó sonar el teléfono, inicialmente lo ignoró. Sin embargo, pensó que podría ser Nan Yan llamando, así que reluctante dejó a un lado sus herramientas de plantación, se limpió las manos y sacó su teléfono.
Para su sorpresa, efectivamente era una llamada de Nan Yan. Una sonrisa apareció al instante en el rostro de Sun Chan mientras aceptaba con entusiasmo la videollamada.
—Yanyan, ¿has terminado tus exámenes? ¿Estás preparándote para venir a ver a tu Maestro? —preguntó.