—¿Hmm? —Nan Yan lo miró—. Eres bastante feo.
Bai Yiqi:
—...
¡Su autoestima acaba de recibir un golpe de cien toneladas!
—No, Señor Y, aunque no pueda igualar tu extraordinaria belleza, al menos soy un joven de cara fresca —Bai Yiqi no estaba dispuesto a aceptar esto.
Después de todo, siempre había estado bastante satisfecho con su apariencia.
Por supuesto, para ser sincero, sí se veía bastante bien, o de lo contrario no le habría resultado tan fácil atraer a las jóvenes.
Hoy en día, a las chicas les importan mucho las apariencias.
Nan Yan lo golpeó sin piedad con sus palabras:
—Entre los hombres que conozco, tienes el peor aspecto.
Bai Yiqi:
—...
¡Estaba a punto de explotar!
¡Cómo podía hablar así!
Apretó los dientes y, con un tono solemne, dijo:
—Señor Y, no puedes simplemente bajar tus estándares por una persona guapa.
Nan Yan finalmente entendió lo que él decía.
Ella le lanzó una mirada un poco exasperada y explicó:
—Él es mi hermano.
