—Simplemente te amo demasiado, me preocupo por ti, por Papá y por mi hermano. Tenía miedo de que Nan Yan te llevara lejos...
Entre lágrimas y sollozos, An Muyao se aferraba a las sábanas de la cama del hospital, suplicando:
—Mamá, por favor no me envíes lejos. Te lo ruego, no lo haré de nuevo. No competiré más con Nan Yan por nada. ¡Déjame quedarme a tu lado!
Ella definitivamente no quería dejar la familia An e irse a ese lugar ruinoso en el campo.
¡Eso realmente la arruinaría!
Después de dieciocho años viviendo como una joven dama, ¿cómo podría adaptarse a esos días difíciles?
Solo el pensamiento de cómo Nan Hongyang y Li Shufen trataron a Nan Yan la hacía estremecerse.
¡Si fuera ella, no podría soportarlo!
El corazón de Lu Lehua vacilaba sobre An Muyao. Al escucharla llorar, se sintió un poco indecisa.
Había consentido a esta niña desde la infancia hasta la adultez, siempre enorgulleciéndose de ella.