—Claro... —Nan Yan asintió levemente.
Ya que estaba en el coche y estaban cerca de su destino, no sería apropiado que se marchara ahora.
Shen Junqing se sentó recto, colocando ambas manos en el volante. Su voz, melódica y magnética, le recordó:
—Ajustáte el cinturón, hermano va a acelerar.
Nan Yan se quedó inmóvil, simplemente dándole una mirada tenue.
Esa mirada parecía decir:
—Adelante y acelera.
Tomando en cuenta su respuesta, Shen Junqing pisó despiadadamente el acelerador. La velocidad del coche aumentó repentinamente otro nivel.
Entraron en el circuito de montaña, donde no se veía ni un solo coche.
Después de conducir un rato, la carretera adelante se animó.
Docenas de coches de carreras estaban aparcados al pie de la montaña, y numerosos jóvenes animaban.
La música animada sonaba de fondo mientras que mujeres bellas en atuendos reveladores y seductores bailaban apasionadamente.
Era el ambiente previo a la carrera.