—Hermano —llamó Nan Yan apartando la mirada.
—¿A dónde vas? —La mirada de Qin Lu cayó sobre el rostro limpio e impresionante de la chica.
—Tengo algo que hacer y necesito salir un rato —respondió Nan Yan sintiendo sus ojos sobre ella mientras se lamía los labios nerviosamente.
—¿Quieres que te acompañe? —preguntó él.
—No es necesario, alguien vendrá a recogerme —respondió ella.
—Vuelve temprano, pequeña. No te quedes fuera mucho tiempo —aconsejó Qin Lu casualmente.
—Oh... —Nan Yan lo miró con sus hermosos ojos, preguntándose cómo recordarle que le estaba bloqueando el paso.
—Pequeña, ¿me miras así porque quieres dulces? —preguntó él.
Justo cuando Nan Yan estaba a punto de replicar, una mano delgada le extendió un chupete.
Viendo el chupete de sabor a lichi frente a ella, en la mente de Nan Yan se formó un signo de interrogación.
¿Este magnate lleva chupetes consigo?
¿Qué tipo de fetiche es este?